A más de 3800 msnm en Paucarcolla, uno de los 15 distritos de la provincia y región de Puno, se encuentra el Centro Poblado de Moro, donde, arropada con una montera de hilos coloridos para proteger su cabeza, así como unas mantas sobre su espalda y la mascarilla bien puesta sobre el rostro, Rosy Calsin Yana lleva casi tres años recorriendo los amplios y desolados senderos para cumplir con una importante misión: orientar a las familias más vulnerables sobre buenas prácticas de crianza de las niñas y niños menores de 36 meses en el hogar.
Rosy es facilitadora del Servicio de Acompañamiento a Familias (SAF) del Programa Nacional Cuna Más, tarea que le ha permitido conocer de primera mano cómo el amor y la comunicación pueden obrar maravillas en el desarrollo integral de las niñas y niños, afianzando su confianza y curiosidad innata por todo lo que les rodea.
“Estaba empezando mi segundo año como facilitadora cuando la pandemia lo transformó todo. Mentiría si no reconociera que hubo mucho temor, no solo por la salud de nuestras familias, sino también por el trabajo realizado, si no podíamos verlos ¿cómo íbamos a seguir atendiendo a las niñas y niños? ¿Perderíamos todo lo avanzado con las familias? Fue entonces cuando Cuna Más Digital y Cuna Más Radial aparecieron”, recuerda esta joven quechuahablante, quien sin perder ni un solo segundo revisó los contenidos de los diversos programas en la multiplataforma y comenzó a emplearlos con las familias usuarias.

Las reacciones positivas no tardaron en llegar: mientras que algunas madres le comentaban lo mucho que le gustaban a sus niñas y niños las lecturas compartidas en Cuentos de Cuna, otros padres le hablaban durante horas sobre los juguetes que pensaban confeccionar con sus hijas e hijos, siguiendo las pautas de 1, 2. 3 Juguete.
“Así fueron pasando los meses, y aunque ya hemos retornado a la presencialidad, hasta ahora las familias que visito me preguntan qué ‘clase’ de Cuna Más Digital les llevo para hoy (risas). Ha sido una experiencia muy bonita no haber tenido que alejarme del todo de las familias, ya que, si bien no podía verlas físicamente, gracias a las llamadas y los programas de las redes sociales que compartíamos jamás perdimos el contacto”, asegura Rosy, quien actualmente se prepara para estudiar Educación Inicial, vocación que descubrió durante su voluntariado con el programa social.